PERDIDOS POR LOS MONTES PIRINEOS
(CERCA DE LA JUNQUERA)
Una tarde de invierno del año 1.948 un compañero llamado Porfirio
y el que escribe esto, quisimos ir a visitar a un Sr. que era muy
conocido en la zona por el sobrenombre de :
“Siete Donas “ vivía éste, con su mujer, solos en el monte
y cerca de la frontera con Francia, ya nos había llevado una vez a su
casa en un carro tirado por dos mulas. La vivienda
se asemejaba a un pequeño castillo, siempre nos decía que en
tiempos, fue cobijo de
“trabucaires “, contrabandistas y otras gentes de la misma
ralea, daba gusto escucharle
cuando empezaba a desgranar dichas historias, parecía como si se
estuvieran viendo los personajes en aquel mismo momento. Nuestra misión
era llegar a la casa, estar un rato en su compañía, y después nos
llevaría a
La Junquera con su
carro.
Pero las cosas no salen como
se quiere, en pleno monte se presentó una neblina , causa por la cual
perdimos el camino y nos perdimos nosotros, no teníamos noción de
donde nos encontrábamos , pensamos en subir siempre hacía arriba, a lo
alto, por ver si se divisaba alguna luz
por lo poco que la
niebla nos dejaba ver, mientras subíamos , a lo que nos parecía un pequeño otero, fue cuando nos empezamos a preocupar
por la situación tan delicada en que nos encontrábamos, no habíamos
dicho nada en el Destacamento ,
ni siquiera lo comentamos con algún compañero, cerca de la frontera,
posible encuentro con Maquis o
contrabandistas, etc,
Una vez arriba y afinando la
vista, se podía distinguir una luz a lo lejos, en un principio, no podíamos
saber si era natural o artificial,
aunque de momento no estábamos para muchas averiguaciones, pensamos que
donde hay luz hay gente, y como otro remedio no teníamos, decidimos ir
hacia lo que brillaba a lo lejos, lo mismo que las mariposas , sin
pensar, lo que nos podía suceder. una vez llegados allí.
Tampoco teníamos idea de la
dirección en que caminábamos , a veces la luz nos parecía como si
fueran llamas procedentes de un fuego en el suelo, de vez en cuando nos
parábamos por si se podía oír alguna palabra o ver algún movimiento alrededor de aquello
que nos parecía ser una lumbre.--- Parece
ser, que en momentos de riesgo, la autosugestión, nos hace ver
cosas que no son.
Según íbamos llegando
aunque todavía estÁbamos lejos, llegamos a distinguir que la dicha
luz, procedía de una bombilla, y pensamos que donde hay bombillas
encendidas , hay pueblos, no teníamos idea de cómo se llamaba,
tampoco sabíamos si era francés o español , nos llenamos de
alegría cuando vimos que el nombre de la calles estaba escrito en
castellano.
En la calle no se veía
ni un alma, llamamos a una puerta, no querían abrir, y a fuerza
de rogar y decir que éramos Policías de La
Junquera, por fin, asomando un poco la cara, nos abrió una mujer
como de unos cuarenta años de edad , se la veía asustada y recelosa,
cuando la preguntamos si había alguna casa
para cenar y dormir, nos dijo al mismo tiempo que cerraba
totalmente la puerta que
en la taberna nos dirían algo.; allá nos fuimos, entramos, en el
mostrador se hallaban algunos hombres
que al vernos a
nosotros, dejaron de hablar y parecía como si se
echaran a un lado, les dimos las buenas noches a todos en general
, y al cantinero en particular al mismo tiempo que le decíamos si nos
podía dar de cenar y dormir, dijo que tenía que preguntar a su mujer,
el muy astuto, en vez de ir donde dijo, fue a llamar por teléfono a la
Guardia Civil, al rato se presentan cuatro guardias , un cabo y un Sargento, todos con las armas
preparadas y a punto de disparar, no tuvieron necesidad de
pronunciar “
manos arriba “ el
Sargento me conocía a mi incluso por el nombre--- la primera palabra :
¿Pausilipo que hacer por aquí ¿ – le explique
seguidamente en pocas palabras lo que nos había pasado y como
habíamos llegado a dicho pueblo, que más tarde nos enteramos que se
llamaba Cantallós, y que
estaba a ocho kilómetros de La Junquera,
les invitamos a lo que quisieran tomar a los civiles incluido el
Sargento, nosotros pedimos una tónica, por la sed que teníamos , ya
que la caminata y un poco de lo otro que no quiero nombrar, ..fue la
causa de que la garganta se secara . Se despidieron los de las metralletas
deseándonos buenas noches y ya todos tranquilos, nos sirvió la dueña
de la taberna unos huevos fritos acompañados de unas patatas de la
misma manera. y una botella de vino. terminado el yantar nos enseñó la
habitación, en la que se hallaban dos camas bastante bien arregladas, y
como quiera que estábamos cansados,
sin pensarlo más , nos metimos en la cama.
No me había dormido cuando
llegó a mi memoria que no habíamos llamado por teléfono a La
Junquera, porque no habiendo ido
a dormir aquella noche, era para pensar en que algo malo nos podía
haber sucedido , y mucho más en aquella época, que se sabía
por algún vecino del pueblo, de la existencia de Maquis
por aquella frontera.
Al otro día bien de mañana,
después que la tabernera nos sirvió como desayuno un café con leche y
unas pastas, después de pagarla todo , dándola las gracias , nos
despedimos del ya citado pueblo, no sin antes preguntarla,
que camino sería el mejor para llegar lo antes posible a nuestro
destino, ella muy servicial, salió a la calle y nos indicó el camino
que teníamos que llevar.
Como la distancia era tan
larga, hubo tiempo suficiente para pensar lo mal que nos habíamos portado , sobre todo por
no haber llamado aquella noche por teléfono diciendo la situación en
que nos hallábamos . Cuanto más nos acercábamos a nuestro redil, las
preocupaciones aumentaban y no podíamos alejarla del pensamiento, sobre
todo, por que estaban en su deber, el haber dado cuanta a la
superioridad ya que el caso no era para menos, y más en los tiempos en
que nos hallábamos , cerca de la frontera y con esto , esta dicho todo..
Estábamos arrepentidos de nuestra falta por marchar sin decir nada en
el Destacamento, pero la cosa estaba hecha, y había que afrontarla de
la mejor manera posible . Pena
nos daba presentarnos al Sargento y sobre todo a su mujer la Señora María,
cuando llegamos, ésta, nos recibió casi llorando al mismo tiempo que
nos hacía mil preguntas. Llegamos a saber más tarde que por su intercesión
no se había dado cuenta a la Superioridad , ya que al no tener
familia nos quería como si fuéramos sus hijos.
El Sargento jefe del Destacamento estaba a punto de jubilarse , y
ella pasaba de los sesenta, los dos eran tratables y por este motivo se
hacían querer , razón ésta más que suficiente para evitar darles
disgustos, pero nosotros, con juventud y libertad, muchas veces no lo
teníamos en cuenta.
El Sargento nos echó una
pequeña reprimenda, pero, la señora María, nos sacó al patio
y enseñándonos una pequeña piedra, nos dijo que no teníamos que
dejar ninguna más grande que la
que tenía en las manos en
todo aquel patio. No protestamos, empezamos la obra encomendada, mas,
cuando llevábamos dos horas en nuestra labor, nos levantó el arresto,
recomendándonos que no
volviéramos a marcharnos del Destacamento sin decir nada.
Por lo que se refiere al
contrabando en aquellos dos meses, se pasó de todo, pero a pesar de las
trabas que se le pusieron al “Jaco
“(se entiende café), nosotros no parábamos con nuestro trapicheo, a
veces comentándolo nos reíamos de
nuestra habilidad para tal cometido,
El
servicio era bueno, un día en el punto avanzado de Le Pertús
y dos días libres, por este motivo teníamos tiempo para pensar:
cómo, cuándo, y de qué forma era
el mejor momento para poner en movimiento el
“Jaco “, con estas y otras vicisitudes, se pasaron los dos
meses, y hubimos de dejar nuestro puesto a otros, que seguro que seguirían
en la misma "escuela" que habíamos dejado nosotros.
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