LOS PREPARATIVOS DEL VIAJE A MI DESTINO YA CASADO;

NUESTRA LLEGADA A GERONA

   A la mañana siguiente, sin mandarlo ni pensarlo nos llevó el chocolate a la cama la madre de mi mujer; dejamos el tálamo a las doce horas, seguidamente a comer y por la tarde fuimos a San Leonardo con un carro de varas tirado por dos caballerías, todo esto con el fin de comprar un baúl y alguna cosa más que por el momento nos hacía falta.

   En aquellos días se partió la hacienda de mis padres, éramos  ocho hermanos, no había llegado la concentración parcelaria, por lo tanto hubimos de hacer de todo ocho suertes lo más acertadamente  posible:   primero se echaron las casas, los  casillos y las tenadas, y después a buen criterio de todos, se repartían las fincas más grandes y terminado por las más pequeñas. A cada suerte se la signó un número, que eran semejantes a otros que se metieron en una bolsa, luego empezando por el hermano mayor, metía la mano en la bolsa y el número que sacaba era el que correspondía a la suerte que llevaba dicho número.

   Según todos los indicios a mi me corresponde la mejor suerte, que fue la tenada de abajo (o sea un edificio para meter ovejas, que en otros lugares llaman “paridera”) que más tarde me lo compró el Bernardino Oteo, por  valor de 17.500  pesetas  que por aquellas fechas era mucho dinero y además las ovejas que me tocaron y alguna otra cosa.

   Como yo tenía algunos ahorros procedentes de la frontera y por el momento no me hacían falta, llevé dicho capital a la fabrica de harinas de  García del Valle en San Esteban  de Gormaz  que pagaba al 6%

    El permiso que tenía yo tocaba a su fin, hubo que preparar el baúl y un colchón para que por medio del ferrocarril fuera a Gerona con nosotros, y para ello se hubo de buscar un carro para llevarlo a la estación de San Leonardo.

   Llegó el día,  despedida de la familia  y   a  emprender  la nueva vida.

   A  Gerona llegamos al mismo tiempo que los bultos, se entiende con el baúl y el colchón, seguidamente se alquiló un carrito de los que había en la estación y fuimos directamente a casa de mi patrona, que vivía  en la calle el Pavo núm. 22, que pasados unos años toda la manzana comprendida entre el Hospital Civil y  el orfelinato que era donde se encontraba la calle el Pavo, lo han  dejado limpio totalmente, quedando en su lugar una calle  amplia  con jardines a los lados. La Sra. Dolores, ( que se llamaba igual que mi mujer) como de una edad  de 70 años,  viuda y con cuatro hijos, el mayor tenía una carpintería en el piso de abajo, que por cierto nos hizo una señora mesa como regalo de boda, que nos sirvió para algunos años  por lo resistente y fuerte que era.

   La patrona nos recibió con los brazos abiertos, preparó una habitación para nosotros  y estuvimos  en su casa una semana, mientras tanto iba enseñando a mi mujer  donde tenía que comprar sobre todo las cosas de cocina.

Autor: Pausilipo Oteo Gómez

Escrito en Gerona, Febrero del 2.004... a los 50 años de casado.