. Pausilipo Oteo Gómez Autobiografía Página 133-----------------
Decía en la página anterior, que nos hallábamos en el Pico del Aldal, y que seguidamente montamos todos en el vehículo para llegar a lo más cercano de la Muela del Castillo, que al no poder seguir mecanizados, era obligatorio hacerlo a pié, una vez arriba, ¡qué maravilla para los sentidos!, imposible describir la realidad con mi torpe pluma: Al frente, el pueblo, las eras el Pinar, todo parecía arrancado de una bella postal.
Al mismo tiempo que nos recreábamos pensando, cómo, cuándo y quién, y para qué, empecé a explicar algo sobre el tema que nos ocupa Y digo yo:
En la Muela del Castillo Dice la arqueología Que en tiempos hubo allí un fuerte Que servía de vigía Para controlar la Vega De Orillares a Nafria Por la parte de Poniente Defensa están las ríscas Los cimientos que hoy se ven Mirando hacia el medio día Están hecho con mortero Fuertes como roca viva. Y muchos , muchos años después En esa extensa solana Existió un pueblo de Moros Que lo llamaron Miranda. Las ruinas que hoy se ven Tejas rotas de sus casas Tumbas en u terraplén Por el tiempo socavadas
|
Sólo la Ermita está en pié Bellamente situada En lo alto de un alcor De forma redonda y plana y desde Santa María Por el cielo recortada se ve la Ermita que hoy Por el pueblo es venerada y que siempre hemos llamado Santo Cristo de Miranda. Si movernos de la Muela vamos asomarnos a La ladera el Villar Entre piedras bien unidas Se han descubierto unas tumbas De fecha desconocida, en una, una hacha de silex por cabecera tenía. Se dio cuanta del hallazgo, A la autoridad debida Nadie las ha despertado, Allí siguen bien dormidas |
Una vez visto y explicado lo más interesante, desandamos el camino para llegar a la furgoneta, que cada uno en su asiento puesto en orden el vehículo, emprendimos la marcha con el fin de llegar a Castillo Villío, para ello, entramos en el camino carretero usado en tiempos por gente de los Pinares, que llevaban su mercancía para venderla o cambiarla por los pueblos de la Rivera. En principio este camino se hallaba en buenas condiciones, mas al tener que cambiar de ruta, la cosa se puso un poco complicada, ya que las piedras que nos topábamos de vez en cuando, hacían más difícil la marcha, pero con paciencia y precaución, siguiendo el vallejo del Cerrito, llegamos a nuestro destino.
Hubiera querido enseñarles Covalagua ya que es la más grande y extensa de todas las que hay en el término de Santa María de la hoyas, teniendo en cuenta sobre muchas de las demás, que en ésta, se puede entrar a “ pata llana".
La hemos dejado a nuestra izquierda y querer llegar a ella , desde el punto más cercano, sin una senda de cabras, las mujeres lo hubieran pasado mal, por lo tanto hemos seguido nuestra ruta para enlazar con el vallejo que lleva su nombre y con el del Cerrito, que ya se ha comentado anteriormente .
Con la furgoneta bien cerrada, empezamos nuestra marcha entre pizorras, sabinas y pinos para llegar al punto donde está emplazado Castillo Villío. Al hacer este pequeño recorrido andando, se siente el olor del tomillo, salvia y otras plantas olorosas, una vez llegados a lo que en principio fue la fábrica del Castillo , se comprende .por que los constructores, lo ubicaron en sitio tan perfecto, e idóneo para vigilar gran parte del Río Lobos por ambos lados del entrante que hay al frente, tanto de la Fuente del Rincón, como de Peña Cabeza el Horno. El panorama que se divisa desde ambos lados del Río, solamente se comprende su majestuosidad a la vista de ello y más,. en una mañana de primavera y con buena propagación.
--------------- FIN DE LA PAGINA 133