Pausilipo Oteo Gómez              autobiografía          página          124

 

Decía en mi página 123 que al dejarme solo el de la Secreta, a trancas y a barrancas empecé a mover marchas y pedales, pasado un rato me serené por que la cosa iba funcionando bastante bien.

 

  A partir de aquel momento pensé de ir a casa, pero lo malo era que tenía que atravesar toda la capital, resultó más fácil de lo que pensaba, se podía ir por todas las calles,  no había semáforos, ni pasos cebra, ni municipales y si te encontrabas algún coche era casualidad;  llegué al Puente de Alférez Duarte sin novedad, pero dio la coincidencia que por la calle del Carmen venía un coche, le dije con la mano que pasara, pero en aquel momento yo, en vez de poner el pie en el freno, lo puse en el acelerador, y resulta  que pasé yo antes que él, algo me valió que di un viraje a la izquierda y solo le toqué el tapacubos  que se le cayó al suelo... se baja,  me bajo y el hombre me dice y con razón, que cómo voy así por el mundo...,le expliqué toda mi odisea, quedó conforme, no pasó nada, ya que el tapacubos se volvió a poner en su sitio, nos dimos la mano y quedamos como amigos.

 

En los cuarenta años que  he llevado coche no he tenido ningún tropiezo, así que las aseguradoras si hubieran sido todos como yo, se hubieran hecho más que millonarias

 

    Como había cogido el gusto de conducir, aquella misma tarde al mismo tiempo que la mujer y las  chicas iban al colegio, marché tan contento a dar una vuelta por la carretera de San  Feliu, me llegué a Cassa  de la Selva desde allí a Caldas de Malavella y por la carretera general a Gerona. Me sentí a gusto y seguro, e hice el viaje sin la menor novedad, cuando se lo comuniqué  a la mujer y a las chicas, se alegraron de mi alegría.

   A las nueve de la mañana siguiente me corresponde relevar al que está en la emisora, y le digo al saliente que localice a los otros dos, con el fin de tratar forma y manera de hacer el servicio y para ello sería conveniente  estar los cuatro a las doce de ese mismo día.  Mientras tanto consulto con el Sr. Comisario y me comunica  que mientras haya un  operador para mandar y recibir los mensajes le es igual que sea uno que otro, asi que a partir de este momento y de acuerdo los cuatro se empezó hacer el servicio en la emisora en turnos de 24 horas con relevo a las  2 de la  tarde.

 

   Yo había solicitado y se me  concedió, 10 días de permiso para la  Semana  Santa. (era en la primavera del año 68) quedamos de acuerdo en que los otros compañeros  una vez que solicitaran el permiso  irían seguidamente.

 

   Como estamos a las puertas de Semana Santa y como quién dice a partir de este momento  he de preparar la furgoneta, lo primero comprar  un tablero de aglomerado de cuatro centímetros de grosor, con el fin de acoplarle  al piso de la furgoneta, me  costó trabajo hasta conseguirlo, preguntando me lo vendió un carpintero en bruto, luego yo en casa, con sierra, serrucho, escofinas y demás, lo ajusté excelentemente a lo ancho y lo largo del antes citado piso, sobretodo teniendo en cuenta los orificios por los cuales debían  de ir los asientos traseros.

 

   Todo esto para evitar la humedad, ya que en el caso de tener que dormir alguna noche en el citado vehículo, era peligroso dejar en marcha el motor, no fuera que aún teniendo poca fuerza, podía ser causa de intoxicación. Por si las circunstancias lo exigían, también preparamos un colchón de pura lana  virgen, dos sábanas y dos mantas.

 

   En lo alto del vehículo inserté una como baca, que sin dar mucho ruido, se podía llevar alguna cosa en la parte superior.

 

   Todo  en orden con todos los atalajes necesarios, caso de que llegue la necesidad de comer en campo abierto, sin olvidarnos de la bota de vino y la fiambrera, igual digo  con la documentación reglamentaria, incluida mi orden de servicio.

 

                                        FIN DE LA PÁGINA 124            Girona,  Marzo  2.006