Pausilipo Oteo Gómez Autobiografía Página 128
Comentábamos en la página 127 que una vez terminada la boda y todo lo que conlleva, nos reunimos en la casa haciendo los comentarios de rigor cada uno a su manera. llego el momento de tomar un refrigerio , y seguidamente a la cama.
A la mañana siguiente salimos de casa con intención de visitar lo más importante de Madrid , sino en todo , en parte, Por aquella fecha no había apretujas en los museos o sitios semejantes , por que los turistas escaseaban, y dinero había poco..
De todo lo que se llegó a ver esa mañana, pinturas , tapices , alfombras , etc, lo que más me llamo la atención fue el Museo Arqueológico Nacional y después de andar y andar llegamos a casa cansados, por que no hay cosa que canse más que andar por el asfalto de una ciudad.
Por la tarde con mi hermana Paulina de cicerone fuimos a conocer el Palacio Real, nos dejaron entrar y recorrer algunas de sus dependencias, lo que más me llamó la atención fue el comedor con una mesa de unos 30 metros de larga, con todos los cubiertos alineados al milímetro, se valían con cuerdas , bien tirantes atadas a los extremos de la citada mesa, mas tarde nos reintegramos a la casa y después de cenar , mi cuñado Crescencio nos invitó a ver una función de teatro, en el cual ponían en escena el Barbero de Sevilla. Todo resultó bien, y seguidamente a dormir .
Como todo estaba planificado desde los dos días anteriores correspondía ir a Toledo, valiéndonos de un coche de línea llegamos a dicha capital . Nuestra primer visita la dedicamos al Alcázar, llevábamos un explique que nos iba comunicando las vicisitudes que pasaron durante el asedio en 1.936. Nos enseñó las camas donde daban a luz las mujeres, el despacho de Moscardó que en uno de los lados de su ventana , se veían los destrozos que había originado una bala de cañón .
La Catedral : formidable, dentro había mucha gente de Iglesia revestidos de diferentes colores, cantaban, pero como en aquella época lo hacían el Latín, no entendimos nada, no se podía llegar hasta ellos porque estaban cerrados mediante una cancela de barras de hierro.
Salimos a la calle para encaminar nuestro pasos a un barrio que todas sus casas están habilitadas como tiendas de objetos de regalo, en una, compramos una espada pequeña , pero bien trabajada. Cansados de dar vueltas llegamos a entrar en un Mezquita y al lado había un museo en el cual se hallaba una pintura que representaba un personaje importante En el primer restaurante que nos pilló a mano , entramos a comer. Una vez terminado de yantar , nos fuimos arrimando poco a poco a la plaza donde tenía que salir el coche de línea, mientras tanto , llegamos a ver el Río Tajo al fondo de un acantilado, en la parte superior , había algunas casetas, en la cuales sus propietarios se dedicaban a trabajar metales y toda clase de cueros, sus trabajos eran dignos de ver, todo a mano y con pocas herramientas.. Llegó la hora de acercarse a la salida del coche, andando , sin prisas pero sin pausa, nos encontramos en el mismo lugar que nos habíamos apeado al llegar de Madrid. Unos momentos después emprendimos el regreso a la capital de España.
FIN PÁGINA 128 Marzo del 2.006