3ª PARTE DE LA HISTORIA DE MI NOVIAZGO:

PREPARATIVOS TRAS DAR EL CONSENTIMIENTO EL PADRE DE LA NOVIA

    Pasados dos días de la "tormenta" habida por pedir la mano al padre de la novia por conducto de mi hermano Francisco, y como aquello se puso que echaba chispas, nosotros, sin decir nada, no fuera que la enredáramos más, sin comentar una palabra, nos fuimos a nuestra casa.

    Así las cosas, veo las segunda tarde por los cristales del balcón de la casa de mi padre, el mismo medio mozo y confidente del asunto de la romana, que ya en la puerta llama por mi nombre; asomo la cabeza y le digo que qué quiere. Él me contesta: " Que ha dicho el tío Heraclio que vayas cuando quieras, que está todo arreglado". Cuando llegué, me recibieron muy amablemente y no se comentó nada de las dos noches anteriores.

    Como el tiempo, todo en la vida se pasa, yo iba a cumplir 33 años y la novia 23, por lo tanto empezamos a hacer diligencias y poner fechas para pasar por la Vicaría. En principio pensamos que a mediados de Abril  (estábamos a primeros de Enero de 1.954), sería la mejor época ya que la novia hacía los años el 27 de Marzo y yo el 15 de Abril. Se lo comunicamos al párroco y nos dice que en esa fecha es imposible, porque está dentro de la Cuaresma y en los citados días no se puede casar nadie.

    A la vista de lo que antecede, nos vimos en la obligación de cambiar la fecha del mencionado acontecimiento. En consecuencia se fijó la fecha para el 27 de Febrero del año de 1.954, en ese día también se casaría mi hermano Pablo.

    Como estábamos de luto por el fallecimiento de mi padre, pensamos que las novias no debían ir de blanco, por cuyo motivo nos trasladamos a Soria y allí, sobre el terreno, en casa de una buena modista, se escogió la ropa que más convenía para el caso que nos ocupa; con lo cual se mandó hacer para las dos novias, sendos vestidos con su correspondiente abrigo del mismo color y forma.

    Resuelto el problema en la capital referente a flores, anillos, pendientes y todo lo referente que lleva una boda, regresamos al pueblo. Aunque yo me tenía que haber reintegrado a mi servicio en La Junquera, provincia de Gerona, me quedé para cuando el Sr. Cura nos echara la primera amonestación; en aquella época, había la costumbre de invitar después de salir de misa, a todo el que quisiere ir a la casa del novio, a tomar unas copas con sus correspondientes pastas y otros dulces caseros.

   Se notificó al primo Felipe Oteo Martínez, que en aquella fecha se encontraba como profeso, en el Convento de los Franciscanos de Soria, para que fuera el encargado de celebrar la Santa Misa y echarnos la bendición; le agradó en gran manera y a nosotros que aceptara, nos llenó de satisfacción.

    Seguidamente me reintegré a mi servicio y mientras tanto, iba arreglando "los papeles" para la boda. Se echaron las amonestaciones también en Gerona, mi lugar de residencia) y el Páter estuvo en todo momento complaciente. El examen que me hizo de religión, le satisfizo a su sabor. En este momento me entregó todos los papeles que hube de presentar en la oficina de la Compañía de la Policía. Le pregunté al Páter qué le debía y me dijo que le llevara dos botellas de coñac, se conoce que le gustaba, porque la punta de la nariz la tenía colorada...

Autor: Pausilipo Oteo Gómez

Escrito en Gerona, Febrero del 2.004... a los 50 años de casado.